Diario de un Maestro Exiliado

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En el momento en que se vio obligado a exiliarse, Herminio Almendros ocupaba el cargo de inspector jefe de Educación en la provincia de Barcelona, al tiempo que ejercía como profesor de Didáctica en la Universidad de la capital catalana; era representante de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza y estaba a punto de publicar su tercer libro. También había desarrollado una intensa y variada actividad profesional como maestro y director de un centro escolar vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. Su inquietud por mejorar la educación le había llevado a introducir en nuestro país las técnicas didácticas del educador francés Celéstin Freinet, a promover la creación de un movimiento de maestros de enseñanza primaria seguidores de las propuestas de este pedagogo, así como a difundir a través de numerosos artículos las prácticas pedagógicas más innovadoras.
Sin embargo, a pesar de pertenecer a la intelectualidad de la República y de formar parte del grupo de personas que lucharon por llevar a cabo los ideales republicanos en la educación, Almendros es prácticamente un desconocido. De hecho, en muchas ocasiones se le presenta sólo como el padre de Néstor, el famoso y premiado cineasta. Este desconocimiento generalizado se debe, sin duda, a que Almendros pertenece a la esfera de la escuela y de la educación, un mundo no siempre reconocido por la sociedad en todo su valor cultural y social. A ello hay que añadir que Herminio Almendros acabó afincándose en Cuba, lo que ha dificultado todavía más el merecido conocimiento, y reconocimiento, que debería tener entre nosotros su actividad profesional, su pensamiento y su obra escrita.


Ficha técnica