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La antología Cien poemas que La Veleta publicó en 1997 cubría mi obra poética hasta entonces y se cerraba con unos poemas inéditos, pertenecientes a Estació de Fran?a, el libro que estaba escribiendo y que por entonces no tenía aún su título. Esta segunda antología reemprende su labor de escoger y mostrar dónde había terminado de hacerlo la primera, y he querido que su título reflejase la clara voluntad de formar una unidad con aquélla. Las dos evocan para mí una amistad a varias bandas, que comenzó a mediados de los años noventa con Miguel Ángel del Arco, editor de Comares, magistrado de Granada, y con Xavier Ribalta, el trovador catalán afincado en Madrid, el cantor de Maragall y Mrius Torres, que acabaría cantando también mis poemas. Y con Paco Ibáñez, y con José Agustín Goytisolo. Una amistad que en estos quince años ha acompañado a las peripecias, a veces difíciles y dolorosas, que la vida de cada uno ha ido capeando. Recuerdos que transcurren en Granada, Madrid, Barcelona, Sant Just, Fors, Tárrega, Agramunt o Sanaüja, me acogen dándome un cálido refugio. Escenas, momentos, conversaciones con ellos, con Mariona y con Joana. Pero Joana ya no está con nosotros. Y otra dolorosa ausencia es la de José Agustín Goytisolo, que escribió el prólogo de los primeros Cien poemas, un escrito cuya calidez no he dejado de sentir desde entonces. Ni ella ni él han dejado de acompañarmemientras componía esta antología. Joana está presente en los poemas Los ojos del retrovisor, Noche oscura en la calle Balmes, Tchaicovsky, y en los poemas de su libro, Joana. José Agustín vive en el poema Una ventana en la calle Mari Cubí.

Los Nuevos cien poemas están, pues, muy unidos sentimentalmente a los primeros. De unos a otros han transcurrido quince años, y toda la vida que cabe en ellos, y los poemas que representan esta vida. Porque no me resulta concebible que un poema pueda surgir de algo que, de forma más o menos explícita o implícita, no sea la vida del poeta. Otro asunto mucho más complejo es que, si surge sólo de la vida del poeta, será un mal poema. Al surgir de su vida, el autor debe imponer que los poemas se construyan sólo a partir de lo que, perteneciendo a su vida, pertenezca también a la de los demás. Éste ha sido mi objetivo al escribirlos: que la lectora o el lector se reconozca en ellos.


Ficha técnica

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