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Desde eso que los historiadores llaman "Segunda Guerra Mundial", desde los campos de exterminio de Tercer Reich, ingresamos en un tiempo donde las secuencias melódicas exasperan. En todo el ámbito terrestre, y por primera vez desde la invención de los instrumentos, el uso de la música se ha vuelto coercitivo y repugnante. Amplificada hasta el infinito por la invención de la electricidad y la multiplicación de su tecnología, se volvió incesante, agrediendo noche y día en las calle comerciales de las ciudades, las galerías, los pasajes, los supermercados, las librerías, los cajeros donde se retire dinero, hasta en las piscinas, hasta a orillas del mar, en los departamentos privados, en los restaurantes, en los taxis en el subte, en los aeropuertos.Incluso en los campos de la muerte.La música es la única entre todas las artes que colaboró en el exterminio de los judíos organizado por los alemanes entre 1933 y 1945, solicitada como tal por la administración de los Konzentrationlager. Hay que subrayar, en detrimento suyo, que es la única que pude avenirse con la organización de los campos, del hambre de la miseria, del trabajo, del dolor, de la humillación y de la muerte.


Ficha técnica