En la actualidad, uno de los problemas con los que se enfrentan los estudios homosexuales hispanos es el establecimiento de un adecuado campo semántico en torno al discurso gay. Si bien la crítica literaria anglosajona ha llegado a desarrollar una terminología muy específica a partir de los términos formados desde la redada del ya famoso bar Stonewall, la creciente crítica gay hispana se muestra reacia a adoptar conceptos surgidos en función a un proceso cultural y sociológico que se remite a la experiencia anglosajona. Las expresiones surgidas en torno al establecimiento de las identidades gay en el mundo anglosajón se conciben difíciles o imposibles de traducir al español al perder con ello parte del significado cultural implícito en dichos vocablos. Evidentemente, la solución ideal sería llegar al desarrollo de una teoría
gay propiamente hispana que partiera desde la experiencia particular de cada país y de cada grupo, en lugar de tomar las ideas desarrolladas por los críticos norteamericanos en sus estudios de textos y culturas ajenas a la nuestra. Pero lo cierto es que a pesar de (as diferencias culturales que podemos encontrar entre un país y otro, es necesario admitir que ha sido la influencia de la crítica gay anglo-europea (y el desarrollo de los movimientos gay en Estados Unidos a finales de los años 60) lo que facilitó que la crítica hispánica comenzara a analizar aspectos homosexuales y lesbianos de textos escritos en español. Por otro lado, no podemos tampoco ignorar el hecho de que la experiencia homosexual y lesbiana norteamericana, aunque no coincida con las bases culturales e históricas de los países hispanos, sí comparte la opresión y la censura que los discursos dominantes han impuesto desde siempre sobre los individuos gay, obligándolos a inscribirse a las normas de comportamiento heterosexual.