Examinar la obra de Séneca equivale a seguir paso a paso la historia moral de su tiempo. Su pensamiento da nueva vida a las ideas de los filósofos griegos, de los que es heredero. Sin embargo, en Séneca lo que había permanecido a menudo en un plano abstracto y teórico se vuelve vital. Tanto su vida como sus textos manifiestan una toma de conciencia, la de los romanos, embarcados en la conquista del mundo. Como Séneca, muchos de ellos descubrieron que el dominio no sería completo si ellos mismos no conseguían adueñarse de su propia interioridad. Y esa conciencia confluía, durante esos mismos años, con la formación del cristianismo. Séneca es, pues, el testimonio de una época decisiva en la historia del alma humana.