Con La familia de León Roch (1878), Galdós abandona los escenarios rurales para situar a sus personajes en Madrid, donde se desarrollan casi todas sus novelas desde este momento. Aunque no abandona el problema planteado anteriormente, ya no se centra en el choque de dos culturas, sino en analizar la interacción de dos caracteres, dos maneras de ver la realidad, aunque pertenezcan al mismo mundo. León Roch, como hombre de ciencia, está en disposición de juzgar, educar y dirigir a sus conciudadanos, seres sin instrucción. Esa obsesión pedagógica constituye el tema central de la novela y se mantiene en las posteriores. Roch representa el liberalismo progresista, pero al vivirlo como un dogma, se vuelve más intolerante que el catolicismo más conservador e ingresa en una nómina de personajes galdosianos que fracasan de manera trágica por llevar su punto de vista al extremo. La desheredada supone un cambio profundo en su producción, por su gran calidad y porque desplaza el centro de interés al análisis de los caracteres con independencia de su opción política, y atribuye a la educación más importancia que a cualquier otro factor.